Super Gatas

El Captor – La rendición de la Mujer Marvila

Por "J. Duxx"


Toda mi vida mi obsesión ha sido una: atrapar a la Mujer Marvila.
Habiendo hecho una profunda investigación, tomando como información todos los registros habidos de sus apariciones públicas, llagué a algunas conclusiones obvias.
Primero: su fuerza es sobre humana.
Segundo: posee un lazo que neutraliza a sus oponentes y los obliga a decir la verdad, y unos brazaletes con los que detiene las balas.
Sin embargo, también pude deducir otro dato no tan conocido por la gente común: muchas de sus apariciones estuvieron vinculadas con el accionar de la Agencia Especial de Defensa, y en especial con el Mayor Steven Trevi.
En consecuencia, comencé a investigar al Mayor Trevi.
Descubrí que él también desconocía la identidad de la super heroína, pero que de alguna forma, ella siempre estaba al tanto de sus movimientos. Entonces elaboré un primer experimento.
Con ayuda de un pañuelo de cloroformo secuestré al Mayor Trevi y, lo lleve en mi auto a una fábrica abandonada, en las afueras de la ciudad.
Lo até a una silla, no con mucha fuerza, y lo encerré en una habitación no sin antes cerciorarme de que tuviera en el bolsillo de su chaqueta, su teléfono móvil.
Me alejé bastante del lugar hasta un refugio seguro, y vigilé lo que sucedió a continuación mediante una cámara oculta instalada en la habitación del Mayor, que trasmitía directamente a un monitor incorporado a mi refugio.
Entonces pude ver como luego de algunos minutos, Steven se despertó y no con mucho esfuerzo logró desatarse de sus amarras. A continuación trató de salir del lugar, pero al ver que estaba cerrada la puerta con candado buscó instintivamente su teléfono. Se sorprendió al ver que no se lo habían quitado sus captores. Luego marcó un número, y le comunicó su situación a su secretaria Deana Prince.
Fue su única llamada. Al cabo de un par de minutos la heroína de mis sueños irrumpió en el lugar destrozando cada puerta a su paso, para dejar en libertad al Mayor Trevi. Juntos abandonaron el lugar.
Esto me dejó dos pensamientos posibles: o Deana Prince era la Mujer Marvila, o ella conocía la forma de comunicarse directamente con la super heroína.
El siguiente paso fue investigar a Deana Prince. Me introduje en su apartamento cuando ella no estaba, e instalé una cámara. La vigilé por varios días pero no noté nada extraño. Decidí realizar otro experimento.
Le dejé en la puerta de su domicilio un paquete con una bomba. Cuando ella llegó del trabajo lo tomó y entró con él en su departamento. Pude ver por la cámara oculta como ella se daba cuenta de que el paquete contenía una bomba incluso sin abrirlo y, entonces, ocurrió lo más sorprendente que vi en mi vida, Deana comenzó a girar a una velocidad extraordinaria y luego de un destello de luz, se convirtió en la Mujer Marvila. El secreto estaba revelado. De más está decir que se libró de la bomba sin el más mínimo problema arrojándola al cielo donde explotó a cientos de kilómetros de distancia.
Ya sabía todo lo necesario para actuar, y procedí a hacerlo de inmediato.
Nuevamente secuestré al Mayor Steven Trevi. Lo llevé a un granero en el campo donde un cómplice pago, se ocupó de mantenerlo cautivo, esta vez tomando todas las precauciones posibles, y a punta de pistola.
Volví a la ciudad y llamé a Deana Prince. Le dije que si quería salvar la vida de Steven debería ir la Mujer Marvila sola a mi encuentro a media noche, y le pasé la dirección de un depósito abandonado, cercano al puerto.
A las doce en punto yo estaba en el lugar indicado con tan solo un televisor, un control y ningún arma. En ese momento vi entrar al lugar a la mujer de mis sueños con sus botas rojas y su traje super sexy ajustado. Caminó hacia mí mirándome directo a los ojos, con sus espectaculares ojos azules. Yo no pude evitar mirar directo a sus enormes pechos, y el bamboleo que realizaban al caminar. Al llegar a una distancia prudencial le pedí que se detuviera. Ella lo hizo, sin embargo entrelazando los dedos de sus manos me dijo:
-No sé quien seas, pero el juego terminó.-
-Espera un momento, déjame explicarte la situación- le dije y encendí la TV con el control.
En la pantalla apareció Steven atado a una silla y amordazado. Un tipo enorme lo apuntaba con un arma en la cabeza. Cercano a ellos dos había un televisor similar, y en la pantalla de esa TV, se veía lo que estaba ocurriendo en el depósito abandonado, es decir, aparecíamos la Mujer Marvila y yo.
Vi la sorpresa en el rostro de la heroína, que inmediatamente giró su cabeza para descubrir la cámara que yo había instalado en el lugar antes de que ella llegara y, que transmitía todo en directo a mi cómplice.
-Como puedes ver, mi amigo está viendo todo lo que nosotros hacemos- le explique –Y de acuerdo a lo que nosotros hagamos él apretará o no el gatillo, que podría volar la cabeza de Steven en mil pedazos.-
La sorpresa aumentó en la cara de la mujer. Yo continué hablando:
-Te lo haré sencillo. Si me atacas, Steven muere. Si te vas, Steven muere. No tienes forma de impedir que mi amigo le vuele la cabeza al Mayor Trevi. Solo haciendo lo que yo te digo, lo salvas.-
Ella colocó sus manos en su cintura y quedó en silencio un instante. Estudiaba la situación. Pero no tenía alternativas viables. -¿Que es lo que quieres?- dijo por fin.
-Quiero que te rindas, eso es todo.- contesté –Ríndete, conviértete en mi prisionera, y liberaré hoy mismo a Steven sano y salvo.-
Ella no dejaba de mirarme directo a los ojos. Pude notar toda su furia contenida en la mirada. Finalmente habló:
-Está bien. Me rindo. Ahora libera a Steven.-
-A su tiempo.- le contesté- Primero debo cerciorarme de que tú seas mi prisionera. Quítate los brazaletes y arrójalos hacia aquí.
Ella hizo lo que le ordené sin oposición.
-Bien, ahora arroja a mis pies tu lazo y date la vuelta.-
Ella se sorprendió esta vez de mi orden, aunque quizás no haya sido sorpresa lo que se reflejó en su rostro, sino tal vez un poco de miedo. Sin embargo también obedeció. Se liberó de su lazo y lo arrojó a mis pies. Luego giró sobre sus botas.
Rápidamente tomé el lazo y acercándome a ella por detrás, la enlacé sosteniendo con firmeza un extremo.
-Ahora gírate- le ordené, y ella se puso de nuevo frente a mí.
-¿Este lazo te obliga a decir la verdad?- pregunté.
-Si.- contestó, como si le hubiese preguntado algo obvio.
-¿Cómo te dejo sin poderes?- volví a preguntar.
-Quítame mi cinturón.- dijo un poco más seria.
Inmediatamente le saqué su cinturón y lo arrojé lejos. Ella observó atentamente esto siguiendo con la vista su preciada prenda.
Seguí interrogándola.
-¿Además de decir la verdad, puedo obligarte a hacer cosas con este lazo?-
-Si.-
-¿Y si te ordeno que hagas algo aún después de liberarte del lazo, lo cumplirías?-
Su cara formó una interrogante -Si.-
Era todo lo que necesitaba saber.
-Te ordeno que nunca me ataques, y que nunca trates de escapar del lugar a donde te lleve. ¿has comprendido?-
La expresión de su rostro cambió. Pude notar preocupación y tristeza.
-Sí.-
-A partir de ahora me llamarás maestro, cada vez que te dirijas a mí, ¿lo entiendes?- le ordené.
-Si.- contestó y su mirada se convirtió en odio –Maestro.-
-Ahora arrodíllate ante mí.-
Ella me fulminó con la mirada. Sin embargo obedeció y apoyó sus rodillas en el suelo lentamente.
Era el momento más ansiado de mi vida. La Mujer Marvila de rodillas ante mí, totalmente dominada. ¡Por Dios! Desde arriba podía verle aún más esos terribles senos y su carita hermosa mirándome con todo el odio del mundo.
No sé que habrá pensado ella en ese momento. Quizás haya imaginado que solo hacía esto para humillarla. Lo cierto es que en ese instante bajé mi bragueta y saqué a centímetros de su cara mi miembro tremendamente erecto, y a ella la sorpresa la hizo abrir los ojos y boca de par en par.
-¿Qué haces?- me preguntó mirándome de nuevo a la cara. Al parecer ella podía seguir hablándome aún bajo el poder del lazo, salvo que yo se lo prohibiera expresamente.
Yo no podía aguantar más.
-Chúpala.-
-¡¿Qu?!...- ella no pudo terminar la frase, inmediatamente fue moviendo su cabeza hacia mi pene tratando inútilmente de resistirse y abrió la boca. Entonces apoyó sus labios en mi glande y sentí el éxtasis en su auge. Se detuvo así un segundo, quizás resistiendo con la mayor fuerza posible la energía del lazo, pero enseguida avanzó aún más y mi glande ya estaba entero en su boca. Sentí su lengua en la punta de mi pene, y no soporté más la ansiedad. Violentamente tomé su nuca con mis manos, y la empujé hacia mí. Sus ojos saltaron. Todo mi miembro había entrado en su boca. La sentí retorcerse, pero al mismo tiempo era dócil para ser dominada. Moví su cabeza para atrás y para adelante nuevamente. Varias veces.
-¡Chupa!- le grité.
Ella comenzó a succionarme de manera correcta, cada vez más rápido. Al parecer había cedido completamente a su orden. Quizás se había rendido ahora que la humillación se había consumado, y cuanto más rápido pudiera terminar el trabajo, mejor sería para ella.
Disfruté el momento en todo su esplendor, la Mujer Marvila contra su voluntad me la estaba mamando como una perra. Lo había logrado, había domado a la mujer más poderosa del mundo. Estaba desesperado por cogerla. Pero sabía que aunque ahora acabara en su boca, no tendría problemas en estar listo para ligármela al instante, con lo impresionantemente buena que estaba la yegua.
Ella no me había mirado ni un instante desde que había comenzado a succionar. Quería verla hacerlo.
-Mírame.- le ordené.
Ella levantó los ojos y pude verla chupando mi pene ¡como si fuese la mejor actriz porno del mundo! ¡Como calentaba esa zorra! La tomé con más fuerza del pelo y la zamarreé más rápido. Esa puta merecía tragarse todo.
-¡Sí! ¡Sí! ¡Por fin te tengo puta! ¡Ahora eres mía Mujer Marvila! ¿Lo entiendes? ¡Te tengo dominada y de ahora en adelante vas a hacer todo lo que te ordene! ¡¿Has entendido?!-
La saqué de un tirón para que pudiera contestarme. Me miró con los ojos abiertos totalmente consternada, sin poder cerrar la boca.
-Sí, Maestro.-
-Ahora vas a tragarte toda mi leche.-
Volví a engancharla a mi pene y la obligué a chupármela con más violencia que nunca, hasta explotar dentro de ella como un río. Recuerdo que en ese momento sus ojos se abrieron de par en par, pero la sostuve firme hasta que se tragó la última gota de mi semen.
Salí de ella y me recosté en el suelo a disfrutar el momento, sin soltar el lazo. La miré para convencerme de que no había sido todo un sueño.
Ella seguía ahí, arrodillada mirándome con tristeza. Su dignidad se había roto. La resignación se reflejaba en su cara. Parecía prever lo que se avecinaba.
Comenzaba así, el primer episodio de unos tantos que tendría con la superheroína más grande de todos los tiempos, la Mujer Marvila. Mi super puta personal.
Mi miembro ya estaba erecto de nuevo.



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