Super Gatas

Furia Escarlata - Mi Destino

Por "Capiroteus"


Estoy en mi dormitorio en penumbras. La luz exterior de la noche se filtra por mi ventana. El claro oscuro delinea mis facciones y mis manos. Hoy es un día especial. Hoy descubrí mi destino. ¿Quieres saber qué es? Quiero compartirlo contigo. Voy a encender la luz de mi lámpara.
Mira.
Furia escarlata, la superheroina derrotada, inconsciente, capturada en super-gatas.com La tenue bombilla ilumina tímidamente mi trofeo, mi primer paso, mi presa.
Sus cabellos negros desordenados enmarcan su antifaz y su rostro delicado con inmensos ojos cerrados y unos gruesos labios entreabiertos me subyugan. Sus torneadas piernas flexionadas se descubren entre sus botas largas y su malla ceñida en rojo vino tinto. Me deleito contemplando el hipnótico vaivén de su vientre firme y desvelado. El ceñido top que viste y su escotado pecho generoso hacen bailar su emblema dorado junto a su corazón. He extendido sus brazos a los lados a la altura de su cabeza y uno de ellos pende sobre uno de los lados de mi cama. Son adorables sus largos guantes.
Desmadejada e indefensa se encuentra la poderosa morena conocida como Furia Escarlata.
Está a mi merced desfallecida, derrotada, inconsciente.
Hace unos minutos antes, mientras descansaba de mi aburrido trabajo de cargador en la azotea de un viejo laboratorio, descubrí a la Furia Escarlata, en otra azotea, vigilando a una pandilla de jóvenes que hacían escándalo en la calle. Estaba esplendorosa, radiante, vivaz…
Me pregunté por qué tenía esa facilidad para encontrarme con bellas justicieras en lugares inhóspitos.
Alguna vez fue una sensual policía motorizada con su máquina averiada, otra vez una detective de incógnito, y un par de veces más estas pollitas enmascaradas. Mientras la miraba vigilar a los jóvenes recordé que tenía que acomodar un par de cajas de éter. Con toda mi experiencia de milicia desperdiciada por mis vicios empecé a descubrir mi destino.
Coleccionar justicieras.
Siempre me entusiasmaron las mujeres sometidas, inconscientes, uniformadas y cargadas de muchas maneras. Tengo la oportunidad, tengo los recursos. ¿Por qué no?
Con unas correas improvisé una honda. Acomodé uno de los frascos de éter y apunté a su imponente figura que todo el tiempo me lucía su espalda. Solo tenía un tiro. Sé que soy bueno. El frasco se quebró en su cabeza y ella saltó hacia atrás buscando protegerse. Tomó una postura en frente mío, pero estaba empapada en el potente fluido. Levantaba sus brazos para protegerse, pero a la vez tambaleaba.
Di un pequeño rodeo y salté a su piso por un lado, estaba desubicada.
Era adorable verla trastabillar.
Arrojé otro par de frascos a sus pies para desorientarla más. Escuché que decía: “debo… enfocar…” “no… estoy… mareada…” Muy valiente la niña esta.
Caminé lentamente hacia ella por detrás, protegía mi rostro con un paño. Me daba un involuntario espectáculo de baile con tanta fragancia adormecedora. Cuando estuve seguro la cogí del cuello para aplicarle una llave de sueño. Con firmeza dijo “¡No!”. Por un momento recobró sus fuerzas y pensé que escaparía y me daría una paliza. Rodamos por el piso y podía sentir cada pulgada de su cuerpo. “¡Basta…! ¡unghhh…!” Trataba de respirar, pero solo absorbía más el sopor del éter. “Muy… mareada… No puedo… más…” Ya la tenía sobre mí. Comencé a sentir menos resistencia. Pude notar cómo sus fuerzas se extinguían. Dejó primero de apresar mis antebrazos y luego sus manos cayeron a ambos lados para hacer leves movimientos de dedos. Un último gemido lastimero ahogó toda su vitalidad. “Ooohhh…” La dejé reposar sobre mí varios minutos.
No pude evitar explorarla. Era perfecta en cada rincón.
Furia escarlata, la superheroina derrotada, inconciente, capturada en super-gatas.com La hice rodar hacia un lado para poder ponerme en pie, dio un par de giros hasta quedar boca bajo, luciendo sus poderosas caderas. Me quedé a su lado contemplándola y acariciándola. Decidí llevármela.
Volví a rodarla, sus cabellos se enredaban en su rostro y uno de sus brazos cubría sus pechos luciéndolos con más intensidad. La cogí de su cintura y se arqueó de manera provocativa. La llevé a mis hombros y la sostuve con firmeza y caminé hacia una habitación abandonada en ese edificio.
El bamboleo de sus cabellos y sus brazos rozaban mi espalda con intensidad. Cuando entré al cuartucho, la deposité suavemente en el viejo catre, cada segundo mientras la bajaba eran eternos. Su belleza me estremecía. La dejé reposar con los brazos atados hacia arriba y las piernas flexionadas para apreciarlas mejor. Quise quitar su cinturón dorado pero no pude. Luego de un par de descargas eléctricas lo dejé tal cual. Lucía mejor así.
Furia escarlata, la superheroina derrotada, inconciente, capturada en super-gatas.com Quería tener un recuerdo duradero de este momento. Así que decidí buscar una cámara digital o algo así. Rocié la cabecera donde ella reposaba con más éter y dejé todo cerrado. Salí a las calles a robar uno de esos aparatos.
Cuando regresé tuve que abrir la puerta de par en par y las dos ventanas maltrechas para poder ingresar sin quedar sumido en ese sopor.
La Furia Escarlata no se inmutaba. Seguía profundamente desvanecida.
Aquí fue donde comencé mi historia. Ahora debía continuar. Conseguí la cámara con facilidad. La desaté y me dediqué toda la noche a tomarle decenas de fotos en diversas poses. Incluso me permití hacerlo con el disparador automático para salir con ella. Su piel suave era una recompensa en cada cambio.
Furia escarlata, la superheroina derrotada, inconciente, capturada en super-gatas.com La madrugada me sorprendió agotado y eufórico. Su rostro domado comenzó a dibujar diminutas expresiones. Me acerqué a su cuello y percibí un aroma delicioso que me envolvía. Comencé a besarla y acariciarla. Era una situación delirante. De pronto empezó a gemir y a resistirse. Al principio no era problema, pero noté que cada vez cobraba más fuerza. Busqué más éter y noté que ya no tenía frascos. Quise cogerla una vez más del cuello para volver a dejarla inconsciente, pero sin hacer mucho esfuerzo, me lanzó a la otra pared del cuarto. Cogí una madera para golpearla pero bloqueó mis dos intentos por someterla. Empezaba a levantarse de la cama. Busque la cámara y salí corriendo.
Mientras me iba, pensaba en las docenas de fotos que me guardé de recuerdo.
Creo que ya sé cuál es mi destino y estoy ansioso de volver a encontrarme con otra justiciera. Mi destino ya está echado.
A lo lejos de mi huída un grito de furia y venganza se asomó en las calles. Solo podía sonreír con satisfacción mientras no dejaba de escapar.



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